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“Un puente sobre el Drina” es una de las obras cumbre de la literatura europea y el título por el que se le concedió al serbo-croata Ivo Andrić el Premio Nobel de Literatura en 1961, de quien este 13 de marzo se cumplen 50 años de su muerte.

De padres bosnio-croatas, pasó su niñez en la población bosnia de Visegrado. Para ir a la escuela, situada en el margen opuesto, Andrić cruzaba el río Drina por el puente otomano de la ciudad, una construcción de once arcos.

El río Drina discurre por la península de los Balcanes y forma la mayor parte de la frontera entre Bosnia-Herzegovina y Serbia. En su recorrido pasa por Visegrad, una ciudad casi fronteriza entre Bosnia y Serbia que tuvo un momento de esplendor en la Edad Media por constituir un puente de tránsito entre el mundo cristiano y el islámico.

La historia de esta joya de la literatura abarca cerca de cuatro siglos, desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX, incluyendo periodos de dominación otomana y austrohúngara. Describe las relaciones y existencias de sus habitantes, en particular los musulmanes y ortodoxos de Bosnia y Herzegovina, una comunidad plural y conflictiva.

Andrić toma como pretexto narrativo el gran puente de piedra de su infancia que cruza el río, lugar de encuentro y paseo para sus habitantes, en el que durante años convivieron, cooperaron, odiaron, tuvieron miedo, hicieron negocios, se enamoraron, murieron, mataron, desconfiaron… cristianos, musulmanes y judíos, serbios, turcos, bosnios, judíos de Galitzia, alemanes… Una larga crónica que nos da cuenta de las tensiones y enfrentamientos que se suceden y heredan de generación en generación.

Tras la debacle del Imperio austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial, los sueños de Andrić, un yugoslavista declarado, se hicieron realidad con la fundación del Estado que se conocería como Yugoslavia. Andrić muere en 1975 sin conocer la desintegración de Yugoslavia, y, a pesar de todo esto, el libro es un referente para entender las raíces de la guerra de los Balcanes, del origen étnico, cultural, histórico, político y social del conflicto.

Con la llegada de la guerra a Visegrado en 1992, el puente se convirtió en el lugar predilecto de los ultranacionalistas serbios para asesinar a los bosnios locales, a quienes degollaban junto al pretil para luego empujarlos al Drina. Será la británica Mary Kaldor, experta en estudios de guerra, paz y seguridad, pionera en desarrollar el concepto de «nuevas guerras», quien ejemplificará dicho concepto en el caso de Bosnia, considerándolo como “un ejemplo paradigmático de nueva guerra”, la cual puede definirse como una mezcla de guerra, crimen organizado y violaciones de los derechos humanos a gran escala. Kaldor centrará su reflexión en el conflicto balcánico y en el de Nagorno Karabaj para señalar tres notas características de lo que denomina “nuevas guerras” que las diferencia de las guerras tradicionales: la política de identidad que pretende la eliminación del diferente, la articulación de una estrategia de guerra en la que intervienen ejércitos, paramilitares, policías, bandas criminales, mercenarios … que convierten a la población civil en víctima propiciatoria y, finalmente, una economía de guerra globalizada donde el saqueo, el mercado negro, las mafias e incluso la ayuda exterior es el botín que alimenta a los contendientes.

Cuando se publicó en marzo de 1945 “Un puente sobre el Drina”, Andric le regaló a un amigo un ejemplar firmado con la siguiente dedicatoria: “En cualquier libro que sea una obra de arte se podría escribir: ‘Robado de la vida. De la mía y de la vuestra’”.